La fuerza que lidera Hermes Binner no
termina de consolidarse tras el espaldarazo del segundo lugar en las
urnas. Qué dicen sus referentes. El rol que juega el radicalismo.
El mes de junio marca cronológicamente la mitad del año.
En la vida cotidiana quizá no signifique mucho, pero en política sí.
Indica, ni más ni menos, que faltan seis meses para comenzar un nuevo
año electoral. Y el tiempo, en campaña, es un bien preciado que cotiza
en las bolsas de todo el mundo.
No sólo dentro del
oficialismo se van delineando las diversas estrategias que dejan en
evidencia la disputa interna que existe entre cristinistas y sciolistas,
sino que en la oposición también se están dirimiendo los espacios que
competirán en 2013 para ocupar lugares en el Congreso. Tal es el caso
del Frente Amplio Progresista (FAP), una fuerza que el 28 de junio
cumplirá un año de vida y que en las últimas elecciones cosechó el
segundo lugar.
Sin embargo, de cara a las legislativas,
aún queda mucho por resolver. El principal objetivo, según coinciden
desde los cinco espacios que conforman el FAP, es consolidarse a nivel
nacional y zanjar las diferencias internas que, si bien no son
alarmantes, existen. El segundo ítem que tiene a más de uno desvelado es
comenzar a definir las alianzas con otros espacios, pero en especial
con la UCR.
“Muchos pensaban que el FAP era un frente
político que iba a terminar al día siguiente de la elección y sucedió
todo lo contrario. La mesa de conducción tiene un funcionamiento
orgánico y conseguimos un interbloque en ambas Cámaras”, explicó a
Veintitrés el diputado Roy Cortina, presidente del Partido Socialista en
Capital. Y agregó: “La prioridad del FAP es consolidarse y sumar a
mucha gente”.
En sintonía, el diputado Claudio Lozano, de
Unidad Popular, dijo a esta revista que “estamos en una línea de acción
política cuya prioridad es la consolidación en todo el país, para lo
cual estamos desarrollando numerosos encuentros”. Lo cierto es que ya
llevan realizados varias reuniones a lo largo y ancho del país, con el
objetivo de culminar a mediados de noviembre con el congreso nacional
del FAP, para darle entidad institucional.
Más ambicioso
con las expectativas fue Humberto Tumini, secretario general del
movimiento Libres del Sur: “La estrategia del FAP es ser gobierno en
2015 y todo lo que hagamos es en función de eso. Tenemos que aumentar
sustancialmente el caudal de votantes”.
Otra reflexión
llegó de la mano de Norma Morandini, una de las dos senadoras que
representan al FAP en la Cámara alta, pero que sin embargo tuvo
actitudes controversiales cuando, por ejemplo, se abstuvo en la votación
por la reestatización de YPF, mientras que el resto de sus compañeros
acompañó la medida oficial. “Tenemos que seguir construyendo en la
diversidad un proyecto colectivo que pueda ser una alternancia en
nuestro sistema democrático”, expresó a esta revista la senadora de
Alianza Frente Cívico.
El punto de coincidencia es claro.
Sin embargo, comienzan a notarse las diferencias a la hora de plantearse
las alianzas con los radicales.
Desde los sectores del
FAP que siempre mantuvieron vínculos con el partido centenario aspiran a
repetir en todo el país la experiencia de gestión de 20 años en Santa
Fe.
“Si la UCR toma un rumbo progresista y no repite lo de
De Narváez, por supuesto que estaremos dispuestos a dialogar. La
experiencia de Santa Fe tiene que ser un modelo a seguir”, disparó
Cortina. En la misma línea opinó Gerardo Millman, diputado del GEN:
“Nuestro espejo es el Frente Amplio en Uruguay y eso nos tiene que hacer
personas amplias, dispuestas a aunarnos con sectores progresistas. Para
eso el radicalismo tiene que definirse y demostrar que no es una opción
de centroderecha”. Morandini fue contundente, aunque se cuidó de
nombrar a la UCR: “Los sectores democráticos tienen que aliarse. Tenemos
que construir con otros sectores afines a nuestra ideología”.
Pero
los más reticentes son quizá quienes se encuentran en el sector más a
la izquierda del FAP. “Tanto la UCR como el PJ son estructuras
tradicionales; nosotros no vemos una razón para comprar una alianza per
se –disparó Lozano–. Tenemos respeto por algunas de sus figuras, pero no
estamos de acuerdo en comprar estructuras. Eso ha llevado a fracasos
estrepitosos en términos de las construcciones de espacios de
centroizquierda”. Y agregó: “No por tener una buena experiencia en Santa
Fe con los radicales, tenemos que aliarnos con un espacio que en las
últimas elecciones a nivel nacional fue con De Narváez”.
En
sintonía se posicionó Tumini: “No hubo ni hay por ahora un acercamiento
entre Binner y Alfonsín, esas son especulaciones de los medios de
comunicación. El tema con el radicalismo es que ellos no tienen resuelta
su orientación política. No sólo se aliaron con De Narváez, sino que
abiertamente apoyaron a Macri en la Capital. Llegado el caso de que
ellos demuestren que han avanzado en su orientación, podremos acordar un
programa común”.
Según informaron a Veintitrés, no sería
tan lejana la incorporación de Pino Solanas al espacio que lidera
Binner, pero por ahora sólo se trata de negociaciones por lo bajo.
Otro
de los debates que subyacen al interior de la fuerza es el lugar que
deberá ocupar su referente, Hermes Binner. Si bien formalmente asumió la
presidencia del Partido Socialista, lo cierto es que desde que le dejó
su lugar al gobernador Antonio Bonfatti, Binner no ostenta ningún cargo
ni en el Ejecutivo ni en el Legislativo. Por lo que deberá decidir si se
presenta el próximo año como candidato a diputado por su provincia o se
guarda para ir por la presidencial en 2015. Al respecto, Millman opinó
que “en la dinámica de la política argentina se hace difícil que se
puedan guardar dirigentes. La estrategia deberá ser de visibilidad y que
Binner pueda opinar de temas cotidianos”. Por el contrario, Lozano
concluyó que “Binner fue el segundo candidato presidencial más votado y
es quien expresa la construcción del FAP, por lo que tiene que estar a
cargo de la coordinación de todo el espacio y no tiene que validar
títulos en la provincia”.
Por lo pronto, los integrantes del FAP tendrán unos meses movidos, o como se dice en la jerga política, “a pura rosca”